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A 50 años del Golpe de Estado: 11 septiembre marcado por el doble estándar institucional

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Por Carlos Concha Olivares / Foto: María Jesús Pueller

La conmemoración de este 11 septiembre estuvo marcada por el quincuagésimo aniversario del golpe de Estado de 1973, cuando se dio inicio a 17 años de una de las tiranías más feroces de la época y de la Región. Este año, rápidamente, ante la falta de relato consistente del gobierno, y atrapado por su propia torpeza e inexperiencia, se comenzaron a multiplicar las convocatorias y expresiones conmemorativas alternativas a la institucionalidad. Ante ese escenario el respaldo del Partido Comunista, cuya historia contemporánea está íntimamente vinculada a las consecuencias del exterminio y desaparición forzada durante la dictadura cívico militar, fue fundamental para evitar otro chascarro “involuntario”.

De esta forma, comenzaron los preparativos pre 11 de septiembre, con una Partido Comunista apretando para hacerse cargo de la agenda oficial y con un Partido Socialista decidido a lavar su imagen explotando la figura del presidente Salvador Allende Gossen, incluso sin pudor alguno a la mercantilización de Allende, lanzando una línea de vino en su honor. En ese cuadro los principales actos conmemorativos de dividieron en dos, y en el específico, que ha sido lo mejor de este año, en múltiples expresiones conmemorativas con estudiantes, pobladores y trabajadores/as desarrollando sus propias conmemoraciones.

Puesta en escena

Una situación muy gráfica de la división premeditada y dirigida fue la tradicional romería al Cementerio General de Santiago, que este año se desarrolló un nublado y frío día domingo 10 de septiembre. La manifestación fue convocada a las 10:00 horas en el frontis de la sede nacional de la Central Unitaria de Trabajadores/as (CUT), cambiando el punto de encuentro de varios años anteriores de la Plaza Los Héroes. La marcha comenzó a las 9:45, como nunca una marcha en Chile inicia antes de la hora prevista. Pero, todo tenía su fin.

La romería fue encabezada por las organizaciones y representantes de partidos políticos que se articularon en el Comité de Iniciativas Populares de Conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado (Todos afines al Gobierno). Cuando la calzada norte de la Alameda, entre calle Amunategui y Nataniel Cox, se llenó de gente, rápidamente Control de Orden Público (COP) de Carabineros cercó la marcha por atrás, es decir calle Amunategui, con vallas papales y piquetes de COP no dejando pasar a nadie más, salvo que pudiese demostrar que era parte de la organización. Un jamás visto.

De esta forma la represión inició en un sector al comenzar la marcha. Colegas y fotógrafos independientes que no llegaron a la hora, comentaron a Grito, que se fueron toda la romería coqueando con el carro lanza agua y las lacrimógenas. Los enfrentamientos empezaron muy temprano. Por mientras, en la delantera, de manera inédita la manifestación transitó por calle Morandé. Fue en ese instante que apareció el Presidente de la República, Gabriel Boric, con su pareja Irina Karamanos, para hacerse parte de la romería junto a sus adherentes. La disidencia estaba siendo reprimida al fondo, lejos de las cámaras de los medios masivos. Medios masivos a quienes la guardia presidencial dejo sacar imágenes, mientras que a la prensa independiente éramos expulsados del cerco a empujones. El Mandatario solo marchó dos cuadras, pero sin antes asegurarse de salir en fotos y vídeos bien abrazado a Alicia Lira Matus, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP).

Por un lado, adherentes y amistades de este gobierno pudieron marchar un tramo escoltados por agentes de diálogo y personal de la Dirección de Derechos Humanos, ambos de Carabineros y que hicieron su presentación al público ese 10 de septiembre, nuevas ramas que supuestamente tienen el deber de resguardar la seguridad y garantizar un desarrollo pacífico de las protestas. Por el otro lado, represión, enfrentamientos y destrozos.

Pero, llamativo fue cuando estos agentes de diálogo se retiraron, en las cercanías del inicio de calle Recoleta, la represión de COP fue transversal, incluso a los que se sacaron fotos con el Presidente Boric. De disuasión nada, represión de la clásica, de las que nos recuerda que Carabineros es una policía política en un Estado policial, y que el 11 de septiembre es violento porque agentes del Estado se tomaron el poder con violencia para después matar, torturar, desaparecer, para luego seguir gozando de buena salud impunes de sus crímenes; perfeccionando con el apoyo del gobierno sus métodos represivos. Fue tal el despliegue policiaco que ni siquiera el acto central, efectuado en la puerta de Avenida La Paz del Cementerio General, pudo terminar. Lo peor, adentro del camposanto, COP se tomó el lugar. La orden era clara: Que se vayan todos luego para la casa, total, la puesta escena se había hecho.

11 septiembre con pulsera

El día lunes 11 de septiembre el centro cívico de Santiago amaneció todo sitiado y con la imposibilidad de transitar libremente, salvo trabajadores/as que pudieran acreditar que su lugar de labores estaba en ese perímetro. Para poder circular por Morandé había que inscribirse, a lo cual La Moneda daba visto bueno y hora para la tradicional entrega floral en el monumento de Salvador Allende o en Morandé 80. En la Plaza de la Constitución, se levantó una carpa donde se desarrolló el acto oficial del gobierno. En las calles aledañas funcionaban puestos de seguridad que pedían ticket para entrar, a cambio te daban una pulsera. El marketing político de esta generación de administradores del Estado consumió la conmemoración del quincuagésimo aniversario del golpe cívico militar. La exhibición de los zapatos de Allende son una pisada de aquello.

Las clases en Santiago Centro se suspendieron. Cerca de las 14:00 horas los funcionarios públicos comenzaron a ser despachados a sus hogares. En la noche, las protestas inundaron las poblaciones, quienes recordaron a su manera, a sus muertos. Lamentablemente, hubo otra víctima de trauma ocular, esta vez en el sector de Gran Avenida con Departamental.

Tal como se puede apreciar, en los hechos, los gobiernos pasan y el Estado policial se perfecciona.

El Plan Nacional de Búsqueda de víctimas de desaparición forzada en dictadura, lanzado el pasado 30 de agosto para el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, fue lo más destacable de este gobierno, en el marco de toda la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. Pero también es una medida que deja un mar de dudas, al ser un decreto y no conocer aún los mecanismos de sus alcances y fórmulas de implementación, tal como lo explicamos en nuestra editorial pasada.

La conmemoración oficialista fue selectiva, pudiendo haber sido ordenada. Los anhelos de unidad anularon la perspectiva de un hito que de por sí dividió, fragmentó y traumó. El afán solemne opacó la política. Los discursos de derechos humanos se dictaron en el exterior. En Chile hay temor a la oposición, un temor que te vuelve genuflexo para la Verdad y la Justicia. Al final, a medio siglo del golpe de Estado solo tenemos la certeza que siguen faltando la verdad, la justicia y las garantías de no repetición. Más violento que eso no podría ser.


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