Saltar al contenido
LOGO 500
Portada » Editorial | La emoción de lo posible

Editorial | La emoción de lo posible

Comparte nuestro contenido

Foto: Acemedia Comunicaciones

El miércoles 30 de agosto, se conmemoraba un nuevo Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. La ocasión sirvió de marco para la presentación del Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia, impulsado por el gobierno del presidente Boric.

La iniciativa, que contó con una etapa de implementación previa durante el primer año de esta administración, tiene por objetivo, de acuerdo a lo anunciado, “Esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte de las víctimas de desaparición forzada y su paradero, garantizar el acceso a la información y participación de las y los familiares y la sociedad respecto de los procesos de búsqueda de víctimas de desaparición forzada. Implementar medidas de reparación y garantías de no repetición de la comisión del crimen de desaparición forzada”.

Además, el Plan contará, según se ha indicado, con presupuesto y capacidad de gestión.

Sin pretender descalificar a priori la iniciativa, surgen preguntas ineludibles respecto a su dimensión práctica y sintética. La primera sobrepasa, incluso, lo evidente, el Plan toma cuerpo a través de un decreto, que puede ser suprimido por otro decreto en cualquier momento, lo que separa aguas casi inmediatamente entre una (loable) iniciativa, y una política de Estado en la materia. Sin Ley de la República de por medio, resulta impensado sostener cualquier política sobre la materia.

Por otra parte, la presentación carece de un elemento metodológico central, describe tres objetivos claros, pero no ahonda en cómo se llevarán a cabo las acciones que nos llevaran, esperamos, a la meta: La verdad respecto a qué ocurrió con las mil 162 personas que, entre detenidos/as desaparecidos/as y ejecutados/as políticos cuyos restos no han sido entregados. Quiénes participarán de este esfuerzo, con qué mecanismo, y qué instituciones del Estado, además de las obvias, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y Tribunales, especialmente los jueces de dedicación exclusiva, bogarán por el objetivo final.

Y en tercer lugar, tenemos la que ha sido la gran piedra de tope en los exiguos esfuerzos que se han realizado en los últimos 33 años, la “colaboración” de instituciones y personas naturales.

Chile tiene una larga y penosa historia reciente respecto a los resultados que se obtienen cuando las Fuerzas Armadas y los cómplices civiles del régimen son llamados, cada cierto tiempo, a “colaborar” con un “ejercicio de voluntad” en la materia. Décadas de entrega de información falsa e incompleta, engaños, farsas, y la completa impunidad e indolencia de los centenares de funcionarios civiles del régimen que tras el fin de la dictadura pasaron a integrar las filas de los partidos políticos del post pinochetismo respecto al tema, hacen insospechado que ahora, por decreto, sin ley, y de forma absolutamente voluntaria, se vayan a sumar a un esfuerzo en el que no creen, ya sea por carecer de credenciales democráticas mínimas, como de escrúpulos a la hora de justificar las aberraciones de la dictadura.

Sin órdenes directas de entregar la información, mandato legal o resolución judicial que obligue a levantar los pactos de silencio, instrucción indiscutible desde el Poder Ejecutivo hacia los altos mandos de las Fuerzas Armadas y Carabineros para que entreguen todo archivo o acta secreta que contenga algún dato, o el nombre de él los responsables en caso de que hayan sido destruidos, no avanzaremos, y el Plan no pasará de una lagrimosa puesta en escena, y la voluntad, loable, porque no, de un ministro de Justicia sobrino nieto de detenidos desaparecidos, al que se le ha dado la orden de avanzar en romper con medio siglo de impunidad, armado únicamente con una hoja de papel firmada.

De ser así, estaremos frente a una nueva farsa, un nuevo ardid “En la medida de lo posible”, que no sólo no perturbará la calma de los finísimos mobiliarios de las comandancias, sino que, lo que es más grave, no remecerá ninguna conciencia. Sin acciones claras y de fondo, no habrá ni siquiera beneficio de la duda para el Plan Nacional recién anunciado. El presidente ha llamado a emocionarse con los posibles, con lo lograble sin molestar a nadie. Lo que emociona es la Verdad y el fin de la impunidad.

*Publicada en la edición N°22


Comparte nuestro contenido

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *