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Historiador Joaquín Fermandois: “Hoy, que se conmemoran los 50 años, incluso la memoria viva parece estar retrocediendo”

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Por Maximiliano Sepúlveda Rodríguez / Foto: Acemedia Comunicaciones

El quincuagésimo aniversario del golpe de Estado, abre un espacio de reflexión, debate y construcción de sentido donde resulta indispensable generar un lienzo lo más amplio posible. Es en ese ánimo que conversamos con el profesor Joaquín Fermandois, doctor en historia de la Universidad de Sevilla, director del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián, académico del programa de doctorado en Historia de esa casa de estudios, y ex académico de la Facultad de Historia de la Universidad Católica, donde ejerció la cátedra de historia contemporánea desde 1971 hasta el año recién pasado. “Un sobreviviente de los años sesenta”, según su propia definición.

Nuestra historia política tiene distintos momentos de quiebre, en los que suelen darse cambios institucionales importantes, pero el golpe de Estado de 1973 parece ser un cisma que abre una brecha más profunda: ¿Es el golpe un cisma?

Si, porque si bien es cierto hubo situaciones más sangrientas como la Guerra Civil de 1891, y otros momentos donde, al menos en lo que se refiere a número de muertos hay aún más hechos de sangre, pero en simbolismo, no. Además, los conflictos anteriores fueron más entre clase política, y se arrastró al resto de la gente. En cambio, este quiebre penetra profundamente el cuerpo social y la división del país traspasa todo, salvo a grupos extremadamente indolentes que existen en cualquier circunstancia. El quiebre de 1973 es, yo diría, incluso más profundo que el de la guerra de Independencia, ya que en los tiempos de la colonia el concepto de vecino era muy importante y el conflicto se mantuvo ahí.

Por otra parte, hay una conexión con el resto del mundo que no existió en otras circunstancias. El fenómeno de la Unidad Popular arrastra por cierto en notoriedad a la dictadura, y aun actualmente Chile es conocido en el mundo por Allende-Pinochet, y eso revierte en toda la sociedad chilena.

A partir del Estallido Social de 2019, un porcentaje relevante de la sociedad chilena aún se debate respecto a en qué tiempo vivimos, si estamos en una postdictadura o el quiebre institucional ya forma parte de nuestro pasado.

Es difícil hacerse esa pregunta, ya que todo momento presente es parte del pasado y, al mismo tiempo, no todo tiempo presente es todo el pasado. El suceder es incesante. Pero en este caso, el pasado, o la Memoria, está muy presente. Años después de la Batalla de Maipú, por ejemplo, nadie recordaba especialmente cuáles fueron los bandos involucrados. Incluso después de la Guerra Civil de 1891, especialmente sangrienta, quedó un recuerdo tan vívido. En cambio, ahora no, ese pasado está presente e importa, más allá de todas las cosas que han pasado y todo lo subjetivo que puede ser el análisis.

En un sentido más historiográfico, ¿hubo en algún otro momento de nuestra historia política un aparato represivo y de terrorismo de Estado de la magnitud, en términos de infraestructura, financiamiento, organización y magnitud como el que hubo en dictadura?

No, es un caso único. Hay que tomar en cuenta que los organismos de inteligencia actuales están mucho más conectados en términos de intercambio de información entre países de lo que existía hace medio siglo, pero no hay punto de comparación.

Nos encontramos en el quincuagésimo aniversario del golpe de Estado, y esta conmemoración es la última en la que, probablemente, contemos con presencia activa de sobrevivientes no sólo de prisión política y tortura, sino de la época. ¿Cuál es la importancia que le atribuye a la fecha?

Me parece que la conmemoración de los 40 años, en 2013, contó con más testigos o actores relevantes que esta y por eso me parece que fue más significativa. Hoy, que se conmemoran los 50 años, incluso la memoria viva parece estar retrocediendo. Yo le pregunto a gente de mi edad por cosas que ocurrieron en esa época, o incluso en hechos en los que ellos participaron y realmente no lo recuerdan. Son voces y recuerdos que van desapareciendo inevitablemente. Las conmemoraciones de 2003 y 2013 fueron más significativos. Hoy, de los personeros relevantes tanto de la Unidad Popular como de la oposición al gobierno, no quedan más de cuatro o cinco vivos y eso tiene un efecto en la fuerza de la conmemoración, indudablemente.

*Publicado en la edición 18 de revista Grito


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