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Los imaginarios de la Memoria

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Texto y fotos: Amory Díaz Sánchez

En septiembre se cumplieron 49 años del golpe de Estado, y mucho sabe la institucionalidad oficial de conmemoraciones, luces y actos. Sin embargo, casi medio siglo después de la barbarie cívico militar, encarar y resignificar las memorias colectivas es un tránsito que mayoritariamente han emprendido sobrevivientes y familiares.

Ellos muy bien saben que la intensidad del dolor no disminuye con el tiempo, quizás se aprende a vivir con él, no por resignación sino – tal vez- como un acto de autodefensa que repliega y encapsula el recuerdo, en la incesante búsqueda del cómo seguir… No obstante, la memoria siempre nos asalta súbitamente cada vez que la enfrentamos en el espejo de manera íntima y solitaria, confirmando que lejos de la espectralidad o el anacronismo semántico que la nombra, está más viva que nunca, aguardando pacientemente en cada fisura posible, la oportunidad de volver a habitarla.

Colectiva y solidaria

Es por ello, que resignificar debe ser un acto colectivo y solidario, una acción de valentía que nos permita mirar de frente al pasado, dejando testimonio vivo, rebelde y obstinado que traspase a las nuevas generaciones en forma de verdad, justicia y no repetición. Pero ¿Cómo transitar ese camino de inevitable dolor, habitando otra memoria posible y reivindicando no solo el sentir personal, sino también una parte de la historia que recorre los bordes del olvido?

En este constante cuestionamiento, es que el Colectivx Experiencia Humana abre un espacio de reflexión en torno a la memoria y sus múltiples formas de habitarla, buscando propiciar nuevas posibilidades de reparación en una escenografía política que se ha caracterizado por la impunidad y los pactos de silencio en casos de violación a los Derechos Humanos.

Bajo este contexto y en colaboración con el Departamento de Patrimonio, Memorias y Derechos Humanos del Parque Cultural de Valparaíso – Ex Cárcel, toma vida el proyecto “Imaginarios de la Memoria” a través del cual los jóvenes que lo integran, recorrieron el territorio y se abrieron a la escucha, invitando a 12 personas mayoritariamente de la región de Valparaíso a contar, reconstruir y re imaginar sus experiencias antes y durante la dictadura cívico – militar. A través de un trabajo respetuoso propusieron a sus participantes recordar, imaginar y ficcionar otro desenlace de sus historias de vida.

¿Cómo habitar la memoria hoy? Esa es la pregunta movilizadora que buscaron responder los integrantes del Colectivx Experiencia Humana, quienes comprenden que “un cuerpo contiene y contendrá siempre (consciente o inconscientemente) su historia, la cual está impresa de manera radical”. De este modo, su motivación también se centró en otorgar posibilidades para recorrer el oscuro camino del recuerdo, pero desde una perspectiva sanadora que entregue “un lugar a estas 12 personas que vivieron la represión y la tortura para poder – quizá – encontrar reparación, una reparación que ninguna institución, legislación y justicia ha podido generar”.

Según explican, para materializar este ejercicio articularon el proyecto como una expo-perfo interdisciplinar que contiene distintos soportes creativos, como lo son: Fotografía Documental, Escritura Creativa, Relatos Auditivos y Puesta en Vídeo, los cuales se componen mediante decisiones estéticas y semióticas para generar una Experiencia Humana, tanto a quienes la ejecutan como quienes la observan, intentando movilizar al espectador y traducir la Memoria desde otro lugar.

Memorias en resistencia

La expo es por tanto, una invitación concreta a (re) vivir la memoria en su esencia más originaria: lo humano y lo colectivo. Te confronta con la posibilidad de abrir los sentidos, para ver y escuchar el testimonio de 12 personas que se atrevieron no sólo a escribir y narrar, sino a imaginar otras formas de habitar el recuerdo:

«Agradezco infinitamente a este grupo de jóvenes que dan una mirada tan amplia, con tanto sueños, con tanta paz, siento que es una forma de ir sanando heridas y tratando de vivir la vida de la mejor manera posible. La idea tan fresca y amable que le dan al proyecto, hace que uno pueda revertir un momento tan terrible, tan negro, como es el encarcelamiento en mi caso y el asesinato mi hermana Galia. El que me inviten a soñar (…) me hace transportarme y sentir ese momento tan difícil que nos toca como víctimas, me hace ponerme par a par con estos jóvenes que te dan la mano y te invitan a ser parte de la memoria», nos expresa Marta Poblete quien es sobreviviente de la dictadura y una de las participantes del proyecto.

«Desde esa generosidad y amplitud, poder mostrarle a la historia lo que ocurre, hace más interesante este proyecto. Lo hace muy amable y menos doloroso. Hacer este sueño imaginario realidad, me generó una alegría que desde hace mucho tiempo no lograba encontrar con estos recuerdos. El que me invitaran a pensar como podría ser, cómo podría vivirlo o cómo me gustaría vivirlo hoy, me hace pensar y sentir de una manera totalmente opuesta a la que habíamos tratado junto a mi familia (…) de olvidar, de no sentir, de no conversar y no cerrar círculos”, agrega.

La instalación completa es abrazada y cobijada por un muro de fotografías donde se observa el rostro de cada participante, y como si nos enfrentáramos a nuestro propio espejo, la memoria se erige desde lo subterráneo, cuestionándose, expandiéndose indisciplinada y trazando un nuevo mapa de resignificación que abre entre el olvido y el recuerdo, el intersticio donde se (re)configura y (re)construye junto a sus imaginarios infinitos.

En cada fotografía, en cada relato y escrito se reviven múltiples testimonios que interpelan la fijación y linealidad obtusa de la Historia, aquella que ha institucionalizado la memoria vaciándola de su contenido más originario y desplazando hacia los márgenes las vibraciones colectivas que se construyeron desde la lucha de clase, el compañerismo, el lazo familiar y la profunda convicción de transformación de un régimen opresor. Cada uno de los 12 relatos tienen, desde sus diversas perspectivas, el mismo propósito: contar la otra versión, aquella que habita en la frontera de la (in)existencia y que incesantemente busca ser nombrada, reivindicando el imaginario que se puso de pie frente al fusil y la tiranía del Estado.

Es así como este ejercicio creativo permitió también hablar por quienes fueron ejecutados y desaparecidos, abriendo entre medio del dolor, un espacio de resistencia, una fugaz pero esperanzadora posibilidad de saberlos vivos, soñarlos/as y soñarse juntos/as, reencontrándose por un instante en el imaginario de la memoria. No fue fácil, pero Cecilia evocando su propia vivencia también honró la de su hermana, quien a la fecha continúa como detenida desparecida de la dictadura cívico militar:

“Para quienes hemos perdido a nuestros familiares, avanzamos y avanzamos en los años y cuántas veces quisimos imaginarlo diferente, queríamos volver a sentir el tono de voz, el ruido que producía nuestro familiar al pisar, correr, subir y bajar escaleras, escuchar sus historias, el natural perfume de su ser, sus risas, volver a ver sus ojos, su pelo, sentir su presencia… abrazarlo, decirle te quiero. Hemos recorrido y avanzado en el tiempo, temiendo el olvido y buscando contar la historia y traer al presente la integridad de ese ser querido, quien fue arrancado de su camino: era humano, nació, fue al colegio, jugó como niño/a, creció, tuvo alegrías, penas y sueños, como todos: existió».

“Entonces este grupo de jóvenes nos invitan a recorrer el temeroso camino del recuerdo, y que cada vez avanzamos por él, lo hacemos de manera vivida y esperanzadora, a ratos nos asusta porque después de eso debes volver a erguirte, reconstruirte emocionalmente y continuar con la vida, pero sintiendo que lo hiciste y agregaste un granito de arena para visibilizar a tu familiar”.

Otra memoria posible

Finalmente, destacan dos elementos centrales que otorgan dinamismo al proceso de investigación, previo al montaje. Por una parte se genera el cruce transgeneracional entre autores y participantes, buscando ambos torcer la fuerza del olvido. Como si de un espejo se tratara, se miran y reconocen, y aferrándose al recuerdo, exploran la posibilidad de rescatar memorias sumergidas y resignificar los procesos que las (re)construyen.

En segundo término se logran descentralizar las prácticas del recuerdo, trasladándose a diversos territorios de la Región de Valparaíso para dibujar así una nueva cartografía que considere de cordillera a mar las experiencias de vida de quienes, incluso, no habían tenido “un espacio personal para contar sus vivencias”. Petorca, Chincolco, La Cruz, Peñablanca, Villa Alemana, Quilpué, Viña del Mar, Valparaíso y Santiago son las latitudes y geografías que delinearon el camino:

“A medida que íbamos repitiendo la experiencia, comenzamos a comprender las formas de relacionarnos, siendo generaciones distintas y concibiendo la Memoria desde diferentes lugares. (…) las 12 personas fueron muy amorosas en compartir sus testimonios, y además flexibles al momento de nosotrxs proponerles imaginar otro camino a sus testimonios reales. Ellos logran ser flexibles y modificar, no su vivencia real ya que esto es algo que está presente en sus cuerpos, si no que se permitieron ficcionar su realidad a partir de su propia necesidad. (…) A nosotros nos interesa, que esto pueda ser transmitido a nuestras generaciones y a las nuevas, quienes no vivimos ese pasado, pero podemos imaginarlo observando sus gestos en la fotografía, percibiendo la entonación de sus voces, escuchando no solo sus testimonios, también sus imaginarios, sus sueños, sus recuerdos, y es lo que hoy nos trae aquí”, nos explican los integrantes del Colectivx Experiencia Humana.

Es así como “Imaginarios de la Memoria” nos invita a recorrer este obstinado camino, que pese al dolor, se sitúa pacientemente frente al espejo, sabiendo que en algún momento esa mirada ya no será en solitario, sino colectiva y trazando un nuevo lugar para resignificar y valorar las memorias como parte de la Historia de los pueblos.


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