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Red de Acción Carcelaria: «Vivimos en un escenario de políticas públicas en materia penal excepcionalmente punitivas donde el objetivo final parece ser la venganza»

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Por Maximiliano Sepúlveda Rodríguez / Fotos: Gentileza Red de Acción Carcelaria

Derechos fundamentales de personas privadas de libertad, condiciones de encierro, acceso al agua potable, acceso a baños durante el encierro nocturno, condiciones mínimas de salubridad, acceso a la Salud, Educación y modificación de beneficios de forma arbitraria y discrecional por parte de Gendarmería, son temas que suelen rondar nuestros espacios mediáticos, pero respecto de los cuales se suele susurrar más que afirmar, describir, analizar o caracterizar.

Mal que mal, los presos y las presas sólo venden cuando las agendas de populismo penal punitivo bullen en los matinales y espacios de “análisis”. Al igual que los Menores Infractores de Ley, cuya historia de vida nunca será tan atractiva para el debate público como las “aterradoras” imágenes de niños provistos de armamento automático circulando por calles y autopistas, atemorizando a los transeúntes y agitando las conciencias en las redes sociales.

En ese contexto, conversamos con Catalina Rozas y Antonella Oberti, de la ONG Red de Acción Carcelaria, respecto a su trabajo garantizando el acceso de las mujeres privadas de libertad a insumos de aseo personal, higiene y gestión menstrual.

¿Cuáles son los inicios de la iniciativa y de su enfoque de género?

Todas quienes integramos el equipo veníamos trabajando en temas de privación de libertad, en cárcel. Y cuando comienza la pandemia, nos dimos cuenta de que, un problema que venía desde antes respecto a la falta de garantías por parte del Estado para la entrega de productos de aseo básico personal, se agudizaba con la suspensión de visitas y la restricción de encomiendas. Las personas privadas de libertad se quedaron sin ninguna posibilidad de acceso a sus productos y esto nos levantó una alerta respecto a hacerlo con perspectiva de género ya que nos dimos cuenta que la situación era aún más grave en el caso de las mujeres, por un tema fisiológico, ya que se quedaban sin productos de gestión menstrual, y además porque las mujeres reciben, por tasa, muchas menos visitas que los hombres, y eso profundizó el problema y nos entregó la señal de que la cárcel, o el sistema penitenciario en general, está diseñado por y para hombres. Por tanto, nuestro trabajo, desde el principio, fue el insistir en la urgencia de tener políticas públicas en el ámbito penitenciario con perspectiva de género, que incorporaran la variable de mujer y de género en el diseño de las políticas públicas.

Red de Acción Carcelaria

¿Cuáles son las áreas de acción que tiene funcionando en este momento, además del tema de los insumos y los insumos con perspectiva de género?

Estamos con la entrega de kit de higiene que son campañas que organizamos y promovemos por redes sociales y otras redes aportes de personas que nos entregan los materiales y nosotros hacemos la gestión.

Otra área de trabajo que tenemos son los talleres de educación sexual y reproductiva que hacemos como un ciclo internas de recintos penitenciarios, para generar un poco de autoconocimiento considerando que ellas no tienen mucho acceso a salud en esta área, con chequeo de prevención de cáncer de mamas y cómo funciona su menstruación. También prevención de abusos y como y cuando denunciar, que funciona con voluntarios profesionales. También hacemos ciclos de charlas y estamos todos los meses en el Centro Cultural del Palacio de La Moneda haciendo charlas relacionadas con distintas temáticas de mujeres y cárcel; también en colegios porque nos interesa que este tema se expanda a distintos lugares en distintos ámbitos.

También tenemos un área de investigación que nos parece muy importante porque hay una falta enorme de información en general respecto de la situación del sistema carcelario, específicamente en lo relativo a las mujeres y en sus trayectorias de vida, La reinserción y cómo se diferencia de la de los hombres. Y por último el área de incidencia en el diseño de políticas públicas y la relación con actores estratégicos especialmente autoridades.

¿Cuál es el escenario con el que se encuentran en materia de Derechos Fundamentales de las mujeres en la cárcel?

Hay una vulneración muy grande, más allá de la vulneración de derechos humanos que habitualmente se produce en las cárceles, con malos tratos por parte de funcionarios de Gendarmería, abusos, revocación de beneficios a criterio o, más bien, descriterio de los funcionarios, etc. Esa base era algo con lo que sabíamos que nos íbamos a encontrar. Pero una de las cosas que más me llamó la atención es la vulneración general de los derechos de la población penal femenina en lo que podríamos denominar un piso mínimo de dignidad. No existe acceso al agua caliente, no existe acceso al agua potable las 24 horas del día, especialmente en el norte.

Falta de acceso a baños o localización de baños sólo en determinados sectores lo que hace que, por ejemplo, durante la noche las mujeres no puedan ir al baño y tengan que hacer sus necesidades y depositar sus desechos en un tarro, para recién en la mañana poder deshacerse de esos desechos cuando las desencierran. Eso es una deshumanización a la que se suman las restricciones en el acceso a la salud.

Con lo anterior nos estamos refiriendo específicamente a la vulneración de derechos fundamentales, podríamos ir también a la vulneración del derecho a la educación o de los derechos ciudadanos como, por ejemplo, el derecho a voto.

Otro de los temas más cuestionados por las internas es la falta de especialistas. Mujeres que estaban con algún tratamiento médico previo a ser privadas de libertad y que no se les ha respetado la continuidad de tratamiento. Además de las condiciones de infraestructura y habitabilidad de los recintos penales, creo que son algunas de las vulneraciones más chocantes con las que uno se encuentra cuando ingresa a un recinto penitenciario femenino, y masculino también por supuesto.

Red de Acción Carcelaria

¿Por qué se afirma que las mujeres privadas de libertad cuentan con una menor red de apoyo del exterior que los hombres?

Es porque la carga de generar una red de apoyo para personas que están privadas de libertad recae mayoritariamente en mujeres. Es una estructura de nuestra sociedad que se traslada al sistema cartel a carcelario y a sus estructuras periféricas. Cuando nosotros vamos a recintos penitenciarios, como por ejemplo la ex penitenciaría, nos encontramos que en el exterior hay enormes filas integradas mayoritariamente por mujeres, y cuando vamos a un centro femenino no se encontramos que la fila también está mayormente integrada por mujeres. Esto significa que cuando la mujer deja su rol de apoyo para una persona que está privada de libertad no hay nadie que la reemplace. La mujer tiene la carga de, por así decir, apañar a su pareja o a su hijo o a su padre en aquellas circunstancias en las que se pudiese encontrar privado de libertad, pero el hombre no tiene esa carga en nuestra sociedad y eso se manifiesta en las redes de apoyo en las cárceles. Por lo tanto, cuándo es la mujer la que está privada de libertad habitualmente es la madre o la hermana la que asume el rol de generar esta red de apoyo, o sea, es otra mujer. La pareja suele desaparecer del escenario cuando se produce una privación de libertad por parte de una mujer.

¿Les parece necesario o pertinente tener una discusión, al menos conceptual, respecto a qué tipo de cárcel debe tener una sociedad moderna?

Debemos sin duda resignificar el concepto de la pena como lo entendemos actualmente desde el punto de vista judicial. Debemos preguntarnos si debemos castigar, en el sentido literal del término, aquellas conductas que infrinjan una norma o debemos rehabilitar con el objetivo de reinsertar en la sociedad a aquellas personas que incumplen nuestro ordenamiento. Vivimos en un escenario de políticas públicas en materia penal excepcionalmente punitivas donde el objetivo final parece ser, por decirlo de alguna forma, la venganza ante la infracción. En una sociedad donde hay tanta injusticia y tanta desigualdad en todos los sentidos, difícilmente el castigo es legítimo, ya que las personas no reciben las herramientas necesarias y las oportunidades para enfrentar esas desigualdades, para insertarse en la sociedad en distintos términos. Cuando miramos los números de las personas que están privadas de libertad, vemos una exclusión constante y permanente en sus historias de vida. En educación, en salud, en acceso oportunidades, incluso en la posibilidad de encontrar trabajo formal o insertarse en una comunidad o un barrio, y es respecto de esas personas que la clase política enarbola el discurso de tener mano dura con la delincuencia. Creo que el foco debiese estar en cómo enfrentamos a quien infringe las normas, y en particular en el caso de las mujeres, es urgente. Especialmente para quienes tienen hijos menores. Nosotros siempre hemos sido muy cuidadosas respecto a no reducir el rol de la mujer en la sociedad exclusivamente a la maternidad, pero en este caso, extremo por así decir, lamentablemente la mujer que es encerrada, en la inmensa mayoría de los casos, era la cuidadora y la única responsable de los hijos menores de edad, además de la proveedora, y por lo tanto cuando son privadas de libertad se rompe una unidad familiar completa, y eso se debe tener, al menos, en cuenta al momento de construir legislación.

Es importante considerar al momento de juzgar o calificar a, por ejemplo, una mujer que fue detenida por narcotráfico, entender cuál era el rol que estaba cumpliendo la mujer al momento de desarrollar esa actividad, y pensar en una pena que no implique privación de libertad, sino que remisión trabajo comunitario o alguna reorientación. Esto nos debiese llevar a replantearnos completamente lo que significa la cárcel o, en un sentido quizás más extremo que impopular, pensar en si la cárcel es realmente necesaria.


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