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Cinco años de indolencia, impunidad y estigmatización estatal: Memoria y justicia para el lesbicidio de Anna Cook

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Por Amory I. Díaz Sánchez

Como un acto de memoria, denuncia y resistencia a la impunidad, el pasado 2 de agosto se realizó en el Parque Bustamante, Santiago, la Velatón que nos recuerda la fecha del lesbicidio de la joven DJ Anna Cook, cometido en el año 2017, cuando tan solo tenía 26 años. Hace 5 años mataron a “la Anita”, como cariñosamente le dice hasta hoy su mamá Kattia González, quien desde el primer día ha transitado un infructuoso camino por verdad y justicia.

Ha sido caminar contra la pared, golpear puertas, reunir información, vivir el duelo permanente de la ausencia y sobrevivir sin su única hija, mientras la justicia pareciera hacer oídos sordos a su obligación de investigar el dédalo que se ha formado alrededor del homicidio de Ana María Villarroel González, conocida en la escena musical como “Anna Cook”. A la fecha no hay culpables, no hay justicia, pero tampoco hay ni habrá olvido.

Lo que sí hay es una acérrima lucha de parte de su madre, amigxs, conocidxs, colectivos lesbofeministas y disidencias, que no han dejado que el nombre de Anna Cook desaparezca entre la burocrática maquínica del poder. La falta de debida diligencia al inicio de la investigación y la omisión de información relevante, mantuvo por mucho tiempo al caso como un hallazgo de cadáver, cuando en realidad podríamos estar frente a una violación con homicidio.

Hace poco más de dos meses las abogadas especialistas en Derechos Humanos, Karinna Fernández y Pía Corbalán, comenzaron a estudiar la causa y hoy acompañan a Kattia en la defensa y esclarecimiento del homicidio de su hija. Muy lejos de ser negligencia estatal, y junto con encontrar a los culpables, las abogadas buscan romper el círculo de la estigmatización estructural en el que prevalece una Anna DJ, mujer, lesbiana, artista, que consumía drogas recreativas y que fallece por sobredosis, por sobre una Anna que es llevada al hospital completamente desnuda, con equimosis cervical, costillas fracturadas y con un posterior informe de tanatología que confirma la existencia de espermatozoides y fluido seminal en su boca, siendo ella lesbiana.

¿Quién era Anna Cook?

La estigmatización que ha pesado sobre la muerte de Anna, se ha centrado en su faceta de DJ, artista, lesbiana. A la par que la justicia no ha persistido en investigar, el sesgo social y mediático se ha intrincado en torno al crimen que aún no se resuelve, resaltando el lesbicidio, los años de su muerte, pero no los hechos, ni la persona que existía tras la DJ.

Descubrir a Anna es transitar por un camino de amor, entrega y osadía. Ella y su madre Kattia vivían solas en Santiago, habían llegado de Arica hace ya algunos años. “Anita fue una niña muy deseada, fue la primera nieta en ambas familias, cuando chiquitita era una niña muy despierta”, nos cuenta su mamá.

Su pasión por la música no fue una casualidad, “ella estudió música de chiquitita, la puse a estudiar guitarra, primero con una de estudio, y después una acústica. Su profesor me dijo que ya le había enseñado todo a la Anita, así que tenía que ir a un conservatorio, pero ella no quiso”, dice Kattia. Así fue incursionando poco a poco en su faceta artística, porque además “la Anita escribía, era súper creativa, dibujaba bonito, mi hija era artista, yo la encontraba super estilosa”, agregó.

Anna llega a vivir a Santiago en plena adolescencia, cuando tenía 15 o 16 años, así que Kattia recuerda que “tenía que hacer de madre y padre, tenía que ser firme porque sino la Anita se me subía arriba del piano”. Era una adolescente con carácter, muy cariñosa pero “arrebatada, estaba buscando su identidad, y ahí empezó a salir, a buscar sus grupos, se me iba al Parque Forestal y en esa época conoció a la Javi”.

“La Javi” fue una de las amigas de Anna, y junto a otras personas hoy son parte del círculo más cercano de Kattia, manteniendo un vínculo cotidiano que se sustenta en cariño, contención y búsqueda de justicia. Javiera Ponce de León “la Javi” como cariñosamente le dice Kattia, nos cuenta que “por medio de un amigo conocí a Anna, cuando teníamos 16 años. Me acuerdo que en ese tiempo nos juntábamos todas las adolescencias disidentes en el Parque Forestal los viernes. Ahí la conocí y nos hicimos amigas de inmediato. Lo que más recuerdo era su sonrisa, siempre estaba alegre. Era una persona con opinión, muy graciosa y su humor era muy inteligente. Le encantaba la música y también dibujar, siempre se asumió como lesbiana y era orgullosa de serlo”.

También parte de este grupo que se organiza por Justicia para Anna, es Cons Gallardo quien junto a Javiera comenzaron este año a grabar un documental sobre todo lo que ha ocurrido en torno al lesbicidio. Cons y Anna también se conocían, si bien “no éramos grandes amigas, nos topábamos en el ámbito del carrete de la adolescencia, me acuerdo que la conocí un verano en Arica y luego nos encontramos en Santiago. Anna era muy popular cuando éramos cabras chicas, era muy extrovertida, además que era muy chistosa y buena para tirar la talla. Era muy alegre, le gustaba mucho la música, la conocí antes que fuera DJ, ella era una persona que podía brillar sola y la gente a su alrededor quería estar brillando con ella”.

Ana María o Anna Cook eran la misma persona, hija única y apasionada no solo por la música. Le gustaban los videojuegos, andar en skate, hablaba inglés y japonés, era vegana y diseñadora gráfica. Trabajó con su mama como examinadora de la PSU y con ese cheque se compró su primer sintetizador para empezar a hacer música. “Ella era super ronquita, le encantaba los porotos y su amor, su hijo, era su gato Tekila. Bueno, esa era la Anita”, dice Kattia.

En el año 2019 y cansada de la falta de diligencias, celeridad en la investigación, de los mitos que circulaban en torno a la muerte de su hija y ante la posibilidad que se cerrara la causa, esta madre hizo pública información que desmitificaba lo que muchos creyeron: Anna no murió por sobredosis como presume la justicia. De ahí en adelante la incuria del sistema se mostraría en su más cruda faceta.

DJ Anna Cook

¿Qué pasó con Anna Cook?

La noche anterior al lesbicidio de Anna, y como era costumbre, Kattia conversa vía telefónica con su hija, quien le cuenta que estaba compartiendo con algunos amigxs en su casa, agregando que la reunión terminaría temprano pues al otro día planificaría con Magno Saavedra el viaje que realizarían a Angol. El 4 de ese mismo mes participarían juntos del “Winterfest” donde ella tocaría su música.

De acuerdo a la información recopilada tras el lesbicidio, la reunión que se realizó en la habitación que arrendaba la joven DJ en la comuna de Providencia, culminó alrededor de las 2 de la madrugada cuando se van los últimos invitados, exceptuando a Raúl Azócar “el Gato” quien se encontraba en otra habitación del inmueble junto a su amigo Matías Troncoso, ya que Azócar vivía en la misma casa y era quien le arrendaba la pieza a Anna hace aproximadamente 1 año. Desde ese momento nadie vuelve a ver con vida a Anna.

Alrededor de las 14:00 horas del 2 de agosto, Kattia recibe varios mensajes de un amigo de su hija, informándole que ella se encontraba grave en el Hospital del Salvador. Kattia se dirige inmediatamente al servicio de urgencias, donde el médico de turno le informa que su hija había fallecido. Previo a ello Anna había sido trasladada en un taxi e ingresada hasta el recinto médico por Raúl Azócar. Uno de los aspectos que más llamó la atención del médico tratante [1], es que la joven DJ llegó completamente desnuda, con un notorio moretón en su cuello, y por sobre todo detalla que fue ingresada por Azócar como NN e informando una serie de enfermedades de base que Anna no tenía.

Desde ese momento, todo se vuelve confuso, casi inextricable para Kattia.

El mito de la sobredosis

El primer informe de autopsia (2017) que realizó el Servicio Médico Legal (SML) consigna la fractura de costillas, y también que Anna no se encontraba en estado de ebriedad, es decir la concentración de alcohol en su sangre era mínima. Sumado a ello, el informe tanatológico de ese mismo año arroja la presencia de semen en su boca, situación que a su madre le causa absoluto horror, pues Anna era orgullosamente lesbiana y no existía la posibilidad de que se involucrara sexualmente con un hombre. La misma Kattia nos confidencia lo dantesco de ese momento:

“Cuando me llaman de fiscalía para decirme que le encontraron espermatozoides en la boca, yo parecía león enjaulado, y supe al tiro que era homicidio, que a mi hija la habían matado. Les dije que no podía ser, que eso era imposible porque mi hija era lesbiana. Luego de eso tuve que ir a declarar porque el fiscal me dice que mi caso pasó de ser un hallazgo de cadáver a una violación con homicidio”.

Sin embargo, ese hallazgo determinante al parecer no fue suficiente para la justicia, porque recién seis meses después de la muerte de Anna emiten una orden para realizar un comparativo de perfil genético del fluido seminal encontrado, para contraponerlo con los posibles involucrados.

La conclusión de ese informe tardó 1 año en llegar: “estuve esperando más de 8 meses el resultado de ADN, y cuando me llama la fiscal, me dice ´le tengo una buena y una mala noticia´, ya ni me acuerdo cual fue la buena noticia, lo que sí me acuerdo es que me dice que no pudieron sacar el ADN porque las muestras se habían agotado. Ahí me corrían las lágrimas porque yo sabía lo que venía, y que todo esto era una pura toma de pelo”, dice Kattia.

Nuevamente se volvió a foja cero, pues con la muestra “agotada”, la impunidad toma la delantera. El culpable continua libre. De hecho, el examen químico toxicológico [2] realizado a Anna en 2017 dejó en evidencia que la concentración de drogas estaba en rango terapéutico, muy por debajo de los parámetros “tóxico” o “letal” que podrían haberle causado la muerte.

Otro antecedente que no se puede pasar por alto, es el formulario emitido el 2 de agosto por el Hospital del Salvador, para derivar el cuerpo de Anna al Servicio Médico Legal. El doctor tratante consigna como una de las posibles causas de muerte la “acción de terceros” debido a la notoria equimosis cervical con que llega Anna al establecimiento, pero ese hecho tampoco fue considerado en un inicio, ni plasmado en la autopsia que realizó el SML.

Kattia ha recorrido 5 largos años de indolencia sistémica, nula orientación estatal y ha palpado muy de cerca el despotismo de los operadores de justicia, quienes han centrado su atención en el consumo de drogas, en vez de indagar las múltiples huellas físicas que quedaron tras su homicidio.

A fines del año 2019, Kattia es citada por Mitzy Henríquez fiscal que en ese momento llevaba el caso, para anunciarle que “ya no había nada qué hacer, que lo único que faltaba era un puro examen, dándome a entender que iba a cerrar el caso. En ese momento yo le pregunto qué pasa con la equimosis, con el semen encontrado y las costillas fracturadas, a lo que me responde que la equimosis no es reconocida por el SML, pese a que el doctor de urgencia lo pone en su informe y yo también lo vi. En resumen, descarta la participación de terceros”, explica Kattia.

En dicho encuentro, la fiscal además le entrega los resultados del último informe toxicológico realizado por el SML al cuerpo de Anna. Kattia denuncia a través de redes sociales que, si bien ese informe arrojó lo que habría consumido Anna, “de ninguna de las sustancias me da los porcentajes ni cantidades. Lo que sí asevera que tal combinación es letal, por lo cual su teoría es que mi hija muere de sobredosis, y en ningún momento hace alusión al semen encontrado en su cuerpo”.

Ante la posibilidad de que la muerte de Anna quedara en absoluta impunidad, “se hicieron diligencias para no cerrar el caso, y ahí tuvimos la ayuda de un perito criminalístico que nos ayudó un montón haciendo otro informe” describe Kattia. Jaime Brieba fue ese profesional que, junto con señalar algunas incongruencias en la investigación, confirma que la equimosis presentada por Ana fue en el lado derecho y que “claramente esta lesión existió, pero en el protocolo de autopsia nunca fue nombrado”.

Velatón por los 5 años del lesbicidio de Anna Cook

La defensa contra la estigmatización

En el transcurso de estos 5 años el estado de la causa no ha variado, pese a los antecedentes que están a la vista. Para Karinna Fernández, una de las abogadas a cargo de la defensa, el problema central ha sido la falta de debida diligencia al inicio de la investigación, fundada en la estigmatización de origen que pesa sobre Anna. En este sentido detalla:

“Esas falencias iniciales tienen su origen, desde mi perspectiva, en la estigmatización de Anna como DJ, como una persona que consumía drogas, y que en el transcurso de la investigación se fue plasmando más, en el hecho que era lesbiana. Este tipo de estigma creo que pesan mucho en la investigación en un primer momento, lo que se expresa en el hecho que la autopsia está mal hecha. Supuestamente a Anna la llevan en un taxi desnuda, y nadie interrogó o localizó a ese taxista, entonces no sabemos si iba viva o muerta en el auto, lo que claramente nos cambia el contexto de la escena del crimen. La investigación es iniciada como un hallazgo de cadáver por sobredosis, en lugar de hacerse el análisis de las lesiones que tenía Anna, y que queda mucho más demostrado a la luz de la investigación que da a conocer que tenía espermios en la boca”.

Según explica Fernández, desde la perspectiva del derecho internacional, estaríamos frente a una muerte potencialmente ilícita, lo que exige protocolos específicos de investigación y los cuales claramente en la muerte de Anna no se aplicaron, “no por negligencia”, sino por acciones que son el resultado de una estigmatización estructural y profunda de los operadores de justicia.

Otro de los elementos esenciales que agrega la abogada, es el deber de distinguir entre la causa de muerte de una víctima y la hipótesis de investigación en torno a la misma, ya que hasta ahora la causa de muerte por sobredosis es la que se ha plasmado en la investigación del Ministerio Público, desestimando los otros hechos que envuelven el homicidio de Anna.

Es por ello que Fernández afirma: “necesitamos que el Ministerio Público comprenda que en este tipo de casos necesitamos no una, sino varias hipótesis que tienen que ser descartadas a la luz de los antecedentes de la carpeta fiscal, así como de los nuevos que se vayan generando. Lo que no puede ocurrir, como pasa en este caso, es que yo tome el certificado de defunción y afirme que esa es la causa de muerte. Nosotras tenemos la hipótesis que hay actuación de terceros y al menos en términos criminológicos, esa es una muerte potencialmente ilícita”.

Identificados estos elementos, se marca por la nueva defensa el punto de inflexión: Recurrir a los instrumentos y estándares del Derecho Internacional en materia de Derechos Humanos, para calificar la muerte de Anna como potencialmente ilícita, permitiendo de este modo exigir la aplicación del Protocolo de Minnesota para el establecimiento de la verdad, así como el Protocolo Latinoamericano de investigación de muertes violentas de mujeres por razones de género.

Es por ello que Fernández añade: “necesitamos que el Ministerio Público comprenda que en este tipo de casos necesitamos no una, sino varias hipótesis que tienen que ser descartadas a la luz de los antecedentes de la carpeta fiscal, así como de los nuevos que se vayan generando. Lo que no puede ocurrir, como pasa en este caso, es que yo tome el certificado de defunción y afirme que esa es la causa de muerte. Nosotras tenemos la hipótesis que hay actuación de terceros y al menos en términos criminológicos, esa es una muerte potencialmente ilícita”.

Identificados estos elementos, se marca por la nueva defensa el punto de inflexión: Recurrir a los instrumentos y estándares del Derecho Internacional en materia de Derechos Humanos, para calificar la muerte de Anna como
potencialmente ilícita, permitiendo de este modo exigir la aplicación del Protocolo de Minnesota para el establecimiento de la verdad, así como el Protocolo Latinoamericano de investigación de muertes violentas de mujeres por razones de género.

Con estos lineamientos podrán indagar, entre otras diligencias, si se realizó la cronología de los hechos, si los peritajes se llevaron a cabo con los estándares requeridos, y analizar qué sucedió con la autopsia y por qué no se aplicaron los protocolos ante las extrañas circunstancias en que Anna pierde la vida.

De esta manera es como se espera superar las falencias iniciales de investigación, para luego comenzar con las diligencias propias que estarán orientadas a “establecer toda la verdad y toda la justicia, identificando quiénes son los responsables y cuál fue la mecánica de los hechos”, explicó Karinna Fernández.

Velatón por los 5 años del lesbicidio de Anna Cook

Ruido y Memoria: Justicia para Anna Cook

Como hemos observado, la lucha de Kattia ha sido un tránsito por la indolencia del sistema, una persistencia desesperada y en ocasiones solitaria, por esclarecer el lesbicidio de Anna. Actualmente se ha abierto una nueva posibilidad no sólo en la defensa, sino también con un colectivo de voluntades que busca romper el círculo de la estigmatización para saber qué pasó con Anna y quiénes son los responsables.

En el año 2019, Kattia hace públicas las falencias del sistema y que su hija no había muerto de sobredosis. Ese mismo año comienza el Estallido Social y en medio de las movilizaciones Javiera y Cons se reencuentran. Ambas conocían a Anna y toman contacto con Kattia para proponerle hacer un documental:

“Ese año yo ya era activista y estaba luchando por la causa de Nicole Saavedra, cuando la mamá de Anna publica lo que realmente había pasado, que no había muerto de sobredosis sino en extrañas circunstancias, me involucré y me contacté con la red lesbofeminista para empezar a mover la causa en redes sociales, para que la tía pudiera contar con un apoyo de activistas políticos y visibilizar el caso. Empezamos a descentralizar la información y empezamos a difundir en todas partes de Chile”, cuenta Javiera.

De manera paralela, Kattia había sostenido la reunión con la fiscal que insinuó un posible cierre de la causa ya que había descartado la participación de terceros, pese a todos los antecedentes que estaban a la vista, y que podrían haber iniciado otra hipótesis de investigación. Kattia recuerda que “en ese tiempo pedíamos diligencias y pasaban meses hasta que nos entregaban los resultados. Y de repente aparecen la Javi y la Cons para decirme que querían hacer un documental. La verdad yo no quería nada en ese momento, estaba de capa caída, golpeé tantas puertas y estaba sola en esto, pero hoy tengo que agradecer a todos los grupos y amigxs de Anna, incluso a personas que nunca la conocieron y que me empezaron a apoyar”.

Junto con ello y a través de un contacto de Cons, Kattia se vincula con Pía y Karinna, abogadas que asumen la defensa. Desde ese momento se impulsan otra serie de acciones que desde el ámbito jurídico y de incidencia, buscan romper el círculo de estigmatización en el que ha estado sumido el caso Anna.

En ese sentido, Karinna Fernández explica que, desde la defensa, el primer “desafío fue decirle a la fiscal que existe un marco de estigmatización. Luego nos reunimos con la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana. Habernos reunido con ella el día del homicidio es una importante acción para reivindicar no solo la lucha que ha dado la mamá de Anna contra la indolencia moral y científica de las instituciones estatales, sino para mostrar la estigmatización de origen y el impacto que ha tenido”.

Kattia, Cons, Cami, Javi y otra amiga de Anna conforman el grupo más íntimo que hoy continúa visibilizando la urgente necesidad de justicia. Organizaron la Velatón y persisten en la senda de denuncia y difusión hasta que se conozca la verdad. Por una parte, Cons y Javiera han emprendido este camino documental cuyo objetivo es culminar el proceso “cuando haya sentencia” y “apoyaremos a Katia en toda la activación del caso, en hacer ruido y estar presentes. Si no hay justicia, por lo menos queremos lograr con el documental y mostrar cómo ha sucedido todo”, añade Cons.

Por su parte Cami Olavarría destaca que “hoy tenemos un grupo de personas que aporta constantemente, siento que todxs somos activistas y eso hace que tu trabajo sea informado y serio, más en estas situaciones donde nadie te enseña qué tienes que hacer cuando debes denunciar, ni cuáles son los protocolos a seguir. Creo que es algo que tenemos en común siendo víctimas de distintas violencias, ahí nos acompañamos y tratamos de aportar de la experiencia que cada unx ha tenido”.

Lo cierto es que actualmente se ha generado una sinergia entre voluntades y acciones y se deja entrever un intersticio esperanzador de justicia y verdad que se erige en torno a la memoria de Anna, la persistencia de Kattia y la entrega de todos quienes han aportado en la difusión del lesbicidio que aún mantiene a los culpables libres y en absoluta impunidad. El olvido no está permitido. Y Javiera lo sabe muy bien:

“Seguiremos visibilizando el caso, porque en Chile suele pasar que perdemos la memoria y la historia, se olvidan los casos en impunidad y los atropellos a los derechos humanos. Para que esto no pase, estaremos constantemente recordando a Anna, ella era una persona talentosa y muy conocida, el problema es que en Chile la justicia quiere olvidar el caso, pero nosotres estaremos haciendo actividades que constantemente la recuerden (…). Anna era una persona maravillosa, inteligente y estaría orgullosa que estemos luchando por ella”.

Es así como han transcurrido los últimos años y meses. El 2 de agosto de 2022 se cumplieron 5 años del lesbicidio de Anna, y la esperanza por conocer la verdad e identificar a los culpables es parte, quizás por primera vez, del relato de Kattia.

Esta madre ha visto cómo en poco tiempo ya se han hecho varias diligencias y reuniones para impulsar la causa: “ellas (las abogadas) son super apañadoras, me acompañaron el día de la velatón, han acelerado las gestiones y he visto que en muy poco tiempo ya tenemos algunos resultados. Eso te llena porque ya no te sientes tan sola, ya no estamos remando solas con las chiquillas porque hay otras personas que son especializadas, profesionales que también están contigo, sientes que ya no estás tan mal. Todo esto es lo que a mí me mantiene en la lucha, porque el dolor es indescriptible, pero no puedes quedarte tranquila pensando que le hicieron algo a tu hija, y no hacer nada”, sentenció.

Velatón por los 5 años del lesbicidio de Anna Cook

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[1] Tras la falta de diligencias y celeridad del caso, dos años después del asesinato de Ana, su madre Kattia González comienza a compartir información y denunciar lo ocurrido a través del Instagram de su hija @annacookmusic. Entre estos elementos se publica un extracto del testimonio entregado por el médico de urgencias

[2] Documento fue publicado por Kattia González, madre de Anna Cook. Disponible en la red social Instagram @annacookmusic

*Todas las fotos de la velatón fueron cedidas por Cons Gallardo, una de las documentalistas del caso de Ana. Las fotos de Anna fueron cedidas y autorizadas por Kattia González, su madre.


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